miércoles, 12 de noviembre de 2008

SANTA LUCIA, VIRGEN Y MARTIR (304)

SOBRE SANTA LUCIA, VIRGEN Y MARTIR (304)

Lucía, de padres nobles y ricos, nació en Siracusa, Sicilia (Italia). De niña fue educada en la fe cristiana, perdió a su padre en la infancia y se consagró a Dios desde muy joven, manteniendo en secreto un voto de virginidad.

Los problemas vinieron cuando su madre que se llamaba Eutiquia, le exhortó a contraer matrimonio con un joven pagano. Lucía persuadió a su madre a que fuese a orar a Catania ante la tumba de Santa Águeda para obtener la curación de unas hemorragias, al obtenerlo, Lucía declaró a su madre que en compensación deseaba consagrarse a Dios, llena de gratitud por el favor recibido de su madre.

Pero el pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el gobernador, La persecución de Diocleciano se encontraba en todo su apogeo.

Como Lucía no se retractaba de su fe, el emperador la condenó a perder su virginidad en una casa de prostitución, pero Dios impidió que los guardias pudiesen siquiera mover a la joven del sitio en que se hallaba. Los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron.

En el proceso el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos, a lo que ella misma se los arrebató para entregarlos. Lucía recobró la vista y sus ojos eran más hermosos que antes. Finalmente la decapitaron.

Su culto pronto se extendió por todo el orbe cristiano, y su nombre aparecerá desde muy temprano en el canon de la Misa Romana y de Milán. Se le invoca como patrona de las enfermedades de los ojos, probablemente porque su nombre está relacionado con la luz.

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