1. LOS HERMANOS ÁLVAREZ CHICO, COMPAÑEROS DE CORTES EN LA CONQUISTA DEL IMPERIO AZTECA A LOS 500 AÑOS DEL DESCUBRIMIENTO DE LA BAHIA DE SANTA LUCIA EN ACAPULCO.
En el rico intercambio cultural que nos ha permitido dar seguimiento a la polémica entorno al descubrimiento de la bahía de Santa Lucía en Acapulco, hemos recibido un buen numero de recursos que nos permiten recuperar un poco la historia de los hermanos Alvarez Chico, uno de los cuales, Francisco, ha sido negada su existencia histórica por parte de algunos aprendices de "historiadores" en Acapulco.
Nos ha sido enviado de Oliva de la Frontera, un esplendido trabajo que ahora les transcribimos. El autor de estas notas es Alfonso Gil Soto, quien con mucho orgullo ha recuperado la memoria de sus antecesores oriundos de Oliva de la Frontera, en el libro: Viajes al nuevo mundo. La participación de Oliva de la Frontera en la conquista y colonización de América.Oliva de la Frontera (Badajoz) : Librería Balboa, 2000. ISBN 84-607-0195-6, pp. 39-44.
Transcribimos el capítulo que nos interesa:
Aunque
parece verdad que los hermanos Álvarez Chico eran naturales de Villanueva del
Fresno, no es menos cierto que mantuvieron también una relación muy estrecha
con Oliva, pues sus padres habían establecido allí su residencia y es muy
posible que ellos mismos llegaran a ser vecinos de esta localidad.
Varios
documentos los vinculan a Oliva. Entre ellos el asiento de pasajeros de
Francisco y Hernando en 1511. En él, ambos afirman que son hijos “de García Álvarez Chico y de Inés de
Terrazas, vecinos de Oliva, Condado de Feria”. (Catálogo de pasajeros, L.
1, E. 203 y 209). Además, es significativo que marcharan a América acompañados
de otro vecino de esta localidad bajoextremeña. No obstante, por estar más
vinculados a Villanueva, no se ha realizado un estudio demasiado minucioso de
sus vidas.
Hernando,
Francisco, Juan y Rodrigo Álvarez Chico eran hijos de García Álvarez Chico, un
hidalgo que había servido “a los rreyes
Cathólicos en las guerras del Reygno de Granada”.
El
encargado de abrir el camino hacia las Indias al resto de hermanos debió ser
Hernando, que ya desde 1509 se encontraba en tierras americanas. Se sabe que
aquel año, precisamente, participó en la conquista de Puerto Rico.
En
1510 decidió volver a España y tan sólo un año después, regresó a Las Antillas
acompañado por su hermano Francisco y por otro olivero llamado Pedro Vázquez.
Llegados a su destino, se unieron de nuevo a la hueste que continuaba la
pacificación de Puerto Rico. Hernando Álvarez Chico, según el testimonio de su
propio hijo, “murió (en esta campaña),
que lo mataron los Yndios”.
Desde
1511 hasta 1518 nada sabemos de la vida de los tres hermanos supervivientes.
Nos consta, sin embargo, que en esta última fecha se encontraban en la isla de
Cuba y, aunque no puede confirmarse, es posible que participaran en su
conquista. Lo cierto es que cuando se organizó la armada de Hernán Cortés para
explorar la costa continental, decidieron enrolarse en busca de nuevos
horizontes y de las enormes riquezas que se creía escondía el continente.
La
expedición del conquistador natural de Medellín estuvo llena de obstáculos
desde el primer momento. (Sobre la expedición de Hernán Cortés existe una
bibliografía muy amplia, imposible de resumir en esta nota. No obstante puede
consultarse al respecto uno de los últimos trabajos aparecidos sobre el tema,
la monumental obra de Hugh Thomas,; La
conquista de México, Madrid, 1994). El extremeño partió de Cuba sin el
permiso del gobernador Diego Velázquez y eso produjo división de la hueste en
dos bandos enfrentados. Por un lado, los partidarios del gobernador intentaron
boicotear la expedición y conseguir que regresara a Cuba; por otro lado, los
seguidores de Cortés, casi todos extremeños, apoyaron incondicionalmente a su
líder para conseguir llevar adelante la difícil empresa que habían comenzado.
Los
hermanos Álvarez Chico formaban parte del grupo de amigos y partidarios del
conquistador extremeño y a cambio de su apoyo, éste les concedió desde fechas
tempranas el privilegio de ocupar cargos importantes en el ejército. De este
modo, cuando al llegar a la costa mejicana se fundó Villa Rica de la Veracruz,
primera ciudad castellana en Méjico, Francisco Álvarez Chico fue nombrado procurador
general del nuevo emplazamiento y, cuando la hueste partió hacia el interior,
rumbo a la capital azteca, él fue quien quedó como capitán de ciento cincuenta
soldados que permanecieron allí. El procurador general de un consejo era el
encargado de cuidar de los derechos del común de vecinos (Cervantes de Salazar,
F.; Crónica de la Nueva España,
B.A.E. Tomos 145-246, 1971. Tomo I, p. 219). Francisco Álvarez Chico aceptó
quedarse en la villa recién creada pero no sin antes haber conseguido de Cortés
la promesa de repartir las ganancias de la expedición también entre los que se
quedaran allí (Thomas, H.; Op cit, p.
263)
A
su vez, a Rodrigo Álvarez Chico le fue concedido el cargo de veedor del
ejército. A:G:I: Patronato, 180, R. 2. El veedor era en las expediciones de
conquista uno de los cuatro responsables de la Real Hacienda, junto con el
tesorero, el contador, y el factor. Debía estar presente en las fundiciones de
metales preciosos para velar por los intereses de la Corona.
Juan,
el tercero de los hermanos, apenas aparece en las crónicas y, por lo tanto, no
sabemos qué papel desempeñó en estos sucesos.
A
lo largo de la conquista, los dos hermanos de los que tenemos noticias
participaron activamente en los principales hechos acaecidos. Sobre todo
Rodrigo, pues Francisco estaba enfermo y era más un hombre de negocios que de
armas. Mientras el primero de ellos era enviado de un lugar a otro con
diferentes misiones, el segundo se le encomendaba el mando de soldados que
quedaban en plazas estáticas. Por ejemplo, cuando el enviado del gobernador de
Cuba, Pánfilo de Narváez, arribó a la costa con intención de prender a Cortés,
Rodrigo fue el encargado de negociar con él. Era ésta una misión que sólo podía
ser encomendada a un hombre de la máxima confianza, un individuo que fuera, tal
como lo describe Cervantes de Salazar, “de
mucha prudencia y valor”. Tras el fracaso del diálogo, Hernán Cortés salió
de Méjico con su ejército para enfrentarse a Narváez y de nuevo se hizo
acompañar por Rodrigo, quien incluso participó a su lado en la batalla que
entablaron con el recién llegado.
Por
el contrario, Francisco jugó en estos acontecimientos un papel muy parecido al
que había desempeñado al llegar a Veracruz. Según el historiador Hugh Thomas,
se quedó junto a Pedro de Alvarado guardando la capital del Imperio Azteca. Era
imprescindible para Cortés dejar Tenochtitlán hombres de su entorno para evitar
que surgieran conflictos entre los españoles. Es evidente que la presencia de
un cortesista incondicional como Francisco contribuía a reforzar la oposición
de su lugarteniente Alvarado.
También
se desprende del estudio, tanto de las crónicas antiguas como de los trabajos
actuales cobre la conquista, que Francisco y Rodrigo, como miembros de la
parcialidad de Cortés, actuaron en ciertas ocasiones como consejeros. Así, en
los prolegómenos de la “noche triste”, cuando el ejército castellano se
encontraba asediado por los indígenas, Rodrigo Álvarez Chico y otros individuos
aconsejaron al de Medellín que abandonase la ciudad de Tenochtitlán cuanto
antes. Éste les hizo caso, y es muy posible que gracias a eso consiguieran
salvar la vida los cuatrocientos supervivientes de la catástrofe.
Como
último ejemplo de la confianza que el líder de la hueste depositó en nuestros
protagonistas, sirva el que exponemos a continuación; pasada ya la derrota de
la “noche triste” y rehecho el ejército castellano, Hernán Cortés acordó enviar
dos emisarios a la isla La Española para adquirir armas y, a ser posible,
reclutar más hombres. Comenta Bernal Díaz del Castillo que para tal misión
eligió “a Alonso de Ávila, que era
capitán y contador desta Nueva-España, y juntamente con él envió otro hidalgo
que se decía Francisco Álvarez Chico, que era hombre que entendía de negocios”.
Precisamente gracias a su capacidad negociadora, dice Hugh Thomas que se
organizó en Santo Domingo una pequeña armada destinada a ayudar a Cortés y sus
hombres.
Finalizada
la conquista de México, entra en escena Juan Álvarez Chico, el cuarto de los
hermanos. Al parecer fue enviado por Cortés a conquistar el pequeño reino
indígena independiente de Colima, situado junto al océano Pacífico y habitado
por guerreros que opusieron gran resistencia a los invasores.
Al
llegar a su destino, Juan Álvarez Chico dividió sus fuerzas para intentar
llamar la atención de su enemigo por dos puntos distintos. Es decir, pretendía
que su lugarteniente Alonso de Ávalos distrajera a los indígenas, para poder él
apoderarse de la capital de Colima. No ocurrió como tenía previsto, pues los
defensores salieron al encuentro y lo derrotaron. Por su parte, Alonso de
Ávalos encontró el terreno más despejado y pudo aguantar hasta que llegaron
refuerzos de Méjico. Parece ser que Juan Álvarez Chico murió en el encuentro,
aunque no es algo que esté absolutamente comprobado. La confusión parte
principalmente del testimonio del conquistador y cronista Bernal Díaz del
Castillo, quien declaró lo siguiente:
“al Juan Álvarez Chico, que había ido
por capitán no sé qué se hizo dél;
paréceme que murió en aquella guerra”.
Los
otros dos hermanos, Francisco y Rodrigo, fueron premiados por los servicios
prestados a la Corona en la conquista de Nueva España, con el disfrute de
sendas encomiendas. Como se ha dicho, éste era el mejor regalo que podía
recibir un conquistador, pues con ello se le garantizaba una vida tranquila,
próspera y apacible.
Francisco
Álvarez Chico murió en Santo Domingo, quizá en alguno de sus viajes de
negocios, aunque desconocemos la fecha en que se produjo el fallecimiento. Por
su parte, Rodrigo murió entre los años 1543 y 1547.
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